viernes, 15 de mayo de 2015

Entrevista a El Perro Asirio

Elías Martínez de 'El Perro Asirio' estuvo charlando con nosotros antes de preparar su concierto del sábado 16 de mayo a las 19:00 horas en La Llotja de Elche. La actuación es uno de los platos fuertes, puesto que compartirá escenario con Lagartija Nick y servirá para seguir dando a conocer su recién estrenado disco 'Mausoleo de corazones'.

Cuéntanos cómo empieza la aventura de El Perro Asirio.
Esto del Perro Asirio siempre me lo planteé como una forma de cantautor con banda, lo quería enfocar así. Tengo la suerte de tener muchos amigos y con mucho talento para la música, la fotografía, y como soy un liante –que va implícito en mi nombre- pues voy proponiendo ¿oye, quieres tocar? ¿Haces unas fotos? ¿Nos marcamos un video-clip? Y tengo la suerte de que me dicen que sí. Todo se planea así, como estamos ahora tomando una caña. No deja de ser una reunión de amigos, pero sí que es verdad que desde el 2004 soy yo el que tira para adelante porque cuando estás solo es complicado también.

Más complicado eso de llenar el cesto tú solo.
Sí, aunque la banda aporta mucho también y yo me dejo, para eso soy muy puta. Yo llevo la idea desarrollada, pero estos son unos cracks y siempre proponen cosas diferentes y muy buenas. En muchas cosas tiro del carro, pero luego hay gente que empuja mucho también y eso es de agradecer. No deja de haber diferentes visiones para afrontar algo.

Muchos vocalistas que formaban grupo con su banda han acabado en solitario también.
En ese aspecto los vocalistas lo tenemos más fácil, porque la gente te identifica más rápido, está acostumbrada a oír cierta manera de cantar, por ejemplo. Pero es verdad que aunque tú hayas sido vocalista de Narcolepsia o de Los Piratas o de El Ultimo de la Fila, lo que intentamos es desvincularnos también de eso. Sin perder tu identidad, porque has pertenecido a algo que también era tuyo.



¿De Narcolepsia aún queda, entonces?
Claro, queda mucho, porque cuando la música cuando te pilla, te arrolla, como me pilló a mí con 15 años en Narcolepsia y uno ya no busca otra escuela. Esa fue mi escuela. Recuerdo de aquellos años que también aprendí lo que no quería volver a hacer. No reniego de mi escuela, pero también uno empieza a aprender las cosas que quiere hacer y las que no. Éramos unos chavalicos y cometimos errores. Ahora los errores son más gordos pero los sabemos disimular más.

¿Te reconoces a ti mismo más ahora?
 Sí, porque los que vienen a El Perro Asirio ya saben a lo que vienen. Si grabas tres discos y das tanto el coñazo como para que te oígan y te entiendan y que acaben identificándote, eso me gusta. Me hace estar contento con lo que se ha logrado.

Qué nos encontramos en este ‘Mausoleo de corazones’?
Este disco lo hemos parido, a diferencia de los otros. Le hemos echado a la calle como ha salido porque nace también... Es una pregunta jodida. Es un disco muy autobiográfico, muy duro, de hecho en los vídeos pretendemos quitarle un poco de hierro al asunto porque puede resultar muy duro ‘venderlo’ tal cual se concibió. En circunstancias personales duras, y por eso lo de enterrar tu corazón y empezar de cero otra vez. Yo de enano oía eso de ‘cementerio de elefantes’ y pensaba: ¿qué es eso? Por eso lo de ‘Mauselo... ‘ lo dicta un lugar que no conoce nadie y es dejar allí. Es todo muy simbólico, como en el vídeo de El tiempo que no existió, dejar alli tu corazón en un sitio y seguir a otra cosa como buenamente se pueda. De eso va. Todo el disco gira sobre esa idea.



¿Un aire oscuro, por tanto?
Es como en el video-clip. También hay un personaje que aparece con una mochilla llena de corazones. No deja de ser la mochila existencial que llevamos todos. Es una forma de dejar atrás las penas, incluso las cosas buenas. Como dijo aquel: “cuando no quedan caminos, invéntate el tuyo propio”. Esa es la idea del disco y digamos que suena contundente en ese sentido, con una producción más cruda también.

¿Es un brindis a los perdedores?
Bueno, yo al menos cuando pongo un título a un disco es toda una declaración de intenciones. Esto es lo que te vas a encontrar. Si llegamos a poner la portada con la montaña en forma de corazón y ponemos el diario de Los mundos de Yupi, quizás no cuadra, pero el disco, la portada... Todo va acorde con la música. Por tanto, si buscas otra cosa, mejor no darle al ‘play’. Las letras, la música, en esta ocasión es más cruda, más contundente. No hay vaselina. Decimos las cosas a la cara y de esta manera. No hay término medio. La música de este disco no se pasa por encima: o te metes de lleno o pasas a otra cosa.

Es un disco muy cerrado en ese sentido.
Hay tres clases de discos: los discos conceptuales que sí tienen un play motive muy claro, los que coleccionan canciones y luego están los discos, que nacen de un periodo de tiempo de su creador y de los que lo han tocado, compuesto y demás. A veces todo eso se junta y nace un disco y eso se percibe cuando se escucha. En ese sentido sí que es un disco muy redondo, pero también siempre he pensado que uno pierde el control desde el momento en que lo graba y lo publica. Hay quien me decía que a él le parecía que sonaba totalmente diferente de lo que yo pensaba. Yo tengo una visión como creador, pero quizás otros lo pueden percibir de otra manera y eso también se tiene en cuenta.




Bueno, de hecho, el primer single suena muy a directo, a soltar lastre, a saltar y pasárselo bien.
Tienes toda la razón y además cuando compones así debes quitarle hierro al asunto en el resultado final. Alguien admiraba a un escritor que decía que “en esta vida se puede ser cualquier cosa menos un coñazo”. En los años ’50, The Ronettes hablaban de degollar a sus exnovios que las habían echo polvo traicionándolas con una amiga; sin embargo, las oyes y te pones en tu casa a bailar como un gilipollas como si fueras una go-go de los años 60 y eso, por ejemplo, el productor lo sabía y era capaz de adornar ese resultado final para conseguir ese propósito. Que no pareciera un drama infumable que nadie quisiera escuchar. Al fin y al cabo, se trata de hacer música y la música pop es muy dictadora. Uno, al final sin querer, tiende a darle una acabado lúdico, aunque estés hablando de unos ángeles que desoyen tus pobres oraciones. En ese aspecto este disco tiene letras muy duras pero tiene un acabado que te puede hacer saltar o escucharlo en directo y querer bailar. Pero si te paras mucho a escuchar, paras de bailar, jaja. Tanto yo como el resto de la banda, somos muy fans del pop-rock clásico. Cuando uno habla de las canciones de su vida habla de canciones de dos o tres minutos como mucho, con estribillos redondos, con melodías gloriosas y eso no es por casualidad, es por el acabado que tienen esos temas. Es como con las películas con final tragicómico. No solo nos fijamos en la música, nos fijamos en ese acabado que pretendemos que sea redondo, aunque no tenga por qué ser un final feliz. Dicho esto, si la gente viene a vernos el sábado día 16 a la Llotja y les da por saltar yo estaré feliz. Aunque hablemos de corazones rotos y de vacíos abismales.

¿Cómo fue rodar y grabar ese video-clip?
Estuvo genial, fue un día con unas cañas. Pensamos en dos ángeles, que no se supiera cuál de ellos era el bueno o el malo, persiguen al protagonista puteándolo, amándolo y otra veces simplemente rondándole como el que no quiere la cosa y queríamos que en algunos planos saliera la banda sin adornos de imagen, simplemente tocando, muy en crudo, como es la canción. Los ángeles aparecen en las estrofas donde se explica la historia de la canción y en los estribillos aparece la banda. Nos parecía algo sencillo y nos lo pasamos pipa rodándolo entre amigos. Esto siempre funciona así, con amigos. No me lo imagino de otra manera. Grandes amigos.


A muchos otros les cuesta reconocerlo, pero tú no tienes problema en afirmar que te ‘desnudas’ más que nunca y que es muy autobiográfico.
La cuestión es que muchas veces escribes sobre cosas que ves o te imaginas un personaje, pero nunca, nunca te puedes librar... Lo que cuentan por ejemplo, salvando todas las distancias, Lou Reed, Leonard Cohen o Dylan, de otros personajes siempre encierra algo de ellos mismos. Si no es así, no suena a canción. En una canción tiene que haber un pedazo de pellejo de quien la escribe, si no, no es una canción. Y claro que hay mucho de mí en el disco, pero también hay algo de buscar alivio, para que no sea un monólogo todo el rato. Se trata de hacer canciones y tampoco se pueden hacer a base de ladrillazos, también hay que ponerles un poquito de azúcar por encima. Pero sí son muy sinceras, sobre todo a la hora de abordarlas y de producirlas. No funciona eso de hacer un disco pensando en que le guste a los demás.

¿Contento con la producción?
Sí, nuestro amigo Héctor Doménech, que es un verdadero genio, tiene los estudios en Hondón de las Nieves, porque ha sabido comprendernos. Ha sido una producción conjunta: yo he aportado lo que quería que desprendiera el álbum, pero en el aspecto técnico y de feeling, Héctor ha metido más que una mano, una colección entera de manos, porque es muy, muy bueno en su trabajo.

Y se consiguieron esas guitarras crudas que decías.
Lo que hemos hecho esta vez es aplicar un recurso que otros habían hecho antes: lo cañero más cañero y lo dulce más dulce, sin andarnos con tonterías, más que nada porque la música debe mandar ella. Las canciones piden ellas solas. Se han producido solas, porque pedían ciertas cosas y nosotros solo hemos pretendido estar a la altura de lo que pedían estas canciones. No hemos hecho gran cosa, aparte de dejar que la música mandara, desde un primer mometo. Han nacido criadas, como diría mi padre.

Y ahora de conciertos con el disco bajo el brazo.
Sí, promocionando. No es fácil para una banda como la nuestra hacer una gira como tal, pero sí quería hacer directos en espacios con cierta calidad, como el de la Llotja del próximo viernes con Lagartija Nick. Contaremos con la banda al completo, con amigos y con gente que participa en el propio disco. Para no perdérselo.

Texto: Óscar González
Fotos: Benya Acame

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